lunes, 7 de febrero de 2011

Misses después de los 60.

Son madres, abuelas, profesionales y tambien se marcan un baile, cantan y lo más importante: no tienen complejos de llevar a cuestas más de 60 años. Son las misses abuelitas.











Atlantic City, 5 de octubre de 2010. Teatro del hotel Harrah´s Resort. Madelaine Paschal, una señora de 63 años, de Arizona, canta en el escenario. Está finalizando su actuación, pero alcanzo a escuchar: “Soy lo que soy por ti, tú me has hecho mejor”. La gente aplaude. Luego, Madelaine añade: “Esta canción la compuso mi esposo pensando en mí, y yo se la canto ahora a él”. La gente aplaude más y se escuchan ¡ohhhhhs! de admiración. No veo al marido, pero estoy convencido de que debe de estar llorando de orgullo. El primero de los eventos importantes del Ms. Senior América Contest 2010 ha empezado. Es la calificación de las mujeres por talentos. El inicio de una aventura para las ancianitas que deciden participar en esta peculiar competición.





Más que belleza

Pero antes de llegar aquí, ha habido un largo camino de llamadas telefónicas y envíos de email en los que conozco a la maravillosa señora Pinky O´Neill, la relaciones públicas del concurso Miss América para la Tercera Edad ( Ms. Senior America National Pageant). Cuando logro hablar con ella, me dice: “Estamos felices de que vengas a ver nuestro evento. Quedarás maravillado por el encanto de las mujeres que participan en el concurso, sus valores, lo que representan para sus comunidades y para el país. ¿Desde España? ¡Increíble¡ ¿Y allí les interesa?” Le explico que en España los concursos de belleza no son tan populares, pero sí nos llama la atención que un grupo de mujeres se organice para crear un concurso de belleza de personas de la tercera edad. Ella agrega emocionada que “el propósito de Senior America está alejado de la belleza corporal”. “Valoramos el carácter de la mujer, en esta edad de retiro, en la que ya no nos importa el qué dirán, somos libres, y además, admiradas por ser elegantes”.
Ya en Atlantic City, debo localizarla. Mi interlocutora al teléfono daba la impresión de ser una mujer mayor, y el teatro está lleno de abuelitas, así que no sé por donde empezar. Me cuelo en los camerinos y ya entro en sintonía. Pregunto por Pinky y me dicen: “Está por ahí”. “Pero “¿cómo es? ¿Cómo va vestida?”, pregunto. “Lleva un traje blanco y unas plumas con brillantes alrededor del cuello”. Llega un descanso y es imposible no divisarla con la referencia que me ha dado. Me encuentro con una señora pequeña y encantadora que me recibe como si fuera de su familia. Es decir, como mi abuela. Pinky es una viuda de 75 años y goza de la energía de una niña de 15...





Huyendo de la rutina

Desde hace dos años este concurso de misses de la tercera edad de América se celebra en Atlantic City, donde se trasladaron desde Las Vegas. El cambio realmente no es muy sustancial: sigue siendo una ciudad donde no hace falta salir del hotel-resort para nada, todo está pensado para no abandonar el recinto ni ver el sol. 24 horas de diversión o de maquinitas tragaperras hipnotizantes. Una semana al año, acuden allí, con sus maridos, novios o simplemente solas, todas las mujeres que una vez fueron candidatas o reinas de América de la tercera edad para reunirse con las participantes del año actual. Como en cualquier otro concurso de estas características, participan en una serie de eventos que las sacan de la rutina de sus vidas en sus tranquilas urbanizaciones a las afueras de las ciudades americanas en las que residen, o en Florida, donde la mayoría de las personas que pasan de los 60 años en USA desea terminar sus días. El certamen no es algo que se hayan inventado hace unos cuantos años, no. Senior America empezó en 1972, aunque no se haría nacional hasta 1980. El culpable de todo fue Al Mott, un doctor en Teología que trabajaba como productor artístico en la 20th Century Fox. “Me di cuenta de que la imagen de las mujeres de más de 60 años en la década de los 70 no era positiva en América”, me confiesa Mott, un optimista furibundo. “Los hombres no eran tan maltratados; creo que a ellas incluso se las consideraba de segunda clase. Pude escuchar sus problemas, cómo me decían que tras tiempos muy duros ocurridos en los Estados Unidos, se habían quedado solas y se sentían abandonadas por su país”. Entonces comenzó a pensar en la forma de honrar a estas mujeres, presentándolas como modelos para la sociedad, y mostrar sus historias de adversidad y de esperanza. “Aquí no se resalta la belleza exterior sino la interior”, afirma Al Mott. “Es el momento de la edad de la elegancia de la mujer, como me gusta llamar a esta etapa de su vida”, añade. Y es que aquí no hay cirugías plásticas para ocultar lo inocultable: todo cae elegantemente por su propio peso... Ahora, en su 30 aniversario, el concurso goza de un increíble éxito y aunque es una organización sin fines de lucro, tiene un envidiable sistema económico que mueve su engranaje.







Abuelitas entre bambalinas

Pero volvamos a las protagonistas del evento... En el backstage todo es silencio y calma, nada de la histeria que se vive en los concursos de belleza de mujeres de menos edad. Las señoras están sentadas muy tranquilamente en sus sillas, esperando su turno. En este primer día de demostración de talentos, cada una de ellas saca a relucir aquello en lo que se sabe desenvolver mejor: cantar, bailar tap, rock and roll, monólogos propios del club de la comedia, tocar un instrumento, y hasta trucos de magia. Todo vale, siempre y cuando sirva para realzar el ímpetu de estas adorables damas. Siento la mirada inquisitiva de una de ellas, Marilyn, representante de Nevada, que va vestida con un pomposo vestido largo de color rosa; lleva puestos muchos anillos y un maquillaje muy brillante en cara y brazos. ¡No podía esperarse menos de la representante de Las Vegas! ¡Parece toda ella el Strip Boulevard de la ciudad kischt por excelencia! Me pregunta de dónde vengo y, al decírselo, se le ilumina (aún más) la cara: "Españaaaaaa, hace poco estuve allí. ¡¡Adoro la comida, el chorizo, el jamón!! ¡¡Es un país con gente vibrante!!". De inmediato, parece que la caigo bien. "Te pareces a mi hijo, que tiene 25 años”. Yo, un poco sonrojado, añado: “Eso es un lindo cumplido, Marilyn, pero yo tengo más...” Y me hace un gesto como de “quita, qué cosas dices”. La noto con ganas de que le haga más fotos, se siente ganadora. “Si quieres, más tarde, pasa por mi habitación para que me puedas hacer una sesión completa con otro vestuario. Le diré a mi asistente que te indique cómo llegar”. Yo no sé qué decir, sonrío nada más.










Ms. Texas, Paula Lee, ensaya entre bambalinas lo que será su muestra de talento: una coreografía de la canción de Rock around the clock, de Bill Haley and his Comets. Me quedo a su lado fotografiando sus movimientos. Cuando termina, le hago una seña, levantándole mis dos pulgares como signo de que le ha quedado muy bien. Ella me pregunta: “¿Seguro? Estoy muy nerviosa. ¿Puedes, por favor, ver si mi ropa interior no se marca demasiado en mi trasero?” Se da la vuelta y me quedo un poco avergonzado de mirarle el culo a una señora que bien podría ser mi madre... Algo sonrojado le hago de nuevo la señal con los dos pulgares de que allí atrás no hay nada de qué preocuparse. Algunos compañeros de prensa de otros países, como Francia y Estados Unidos, se mueven con sus cámaras de vídeo entrevistando a algunas concursantes. Desde hace pocos años, este evento se ha popularizado al salir una pequeña reseña en el programa de Oprah Winfrey. Y cada año, Pinky, mi adorable anfitriona, recibe peticiones de prensa de todas partes del mundo.










Mujeres sin complejos

Ahora bien, ¿quién puede hacer realidad su sueño de ser Ms. Senior America? En primer lugar, haber cumplido 60 años. Es indispensable también ser talentosa y entusiasta, una gran comunicadora y estar convencida de su forma de vida, una líder con presencia en las comunidades de la zona donde vive, orgullosa de su apariencia y de su elegancia, segura de sí misma. Hay cuatro categorías de evaluación, comenzando por una entrevista privada de cinco minutos con los jurados (seleccionados por la organización, son personas que representan a las comunidades de USA en distintas áreas, doctores, productores de espectáculos y hasta militares regresados de Irak). Esta entrevista, junto al talento que presenten en el escenario, representa el 60% para ser una finalista Luego está el desfile con traje de gala y un pequeño discurso de “filosofía de vida” de 35 segundos de duración. Esta segunda parte representa el otro 40%. ¿Y el máximo galardón? Aquí no hay dinero ni regalos. La ganadora recibe un premio: ser la mujer más admirada de América, así como el honor de servir durante un año a la organización en eventos de caridad y apoyando con su presencia a instituciones benéficas.














“Amor, el amor dentro de nosotros y el que damos a los demás es lo mejor que tenemos física, mental y espiritualmente; nos cuida, es beneficio garantizado, por todos los flancos nos nutre, el amor nunca descansa”, dice la candidata Ms.Georgia, Cindy Day, a la que antes habíamos visto tocar una pieza de Richard Clayderman en un piano gigante de cola. El jurado a veces lo tienen difícil o fácil. Este año, no hubo grandes problemas a la hora de decidir; el talento demostrado por Kimberly Moore, Ms. USA Virgin Islands, hizo que el auditorio aplaudiera desaforado su interpretación. Y es que bailar durante casi tres minutos como Tina Turner Rolling on the river dejó a todos boquiabiertos, ¡sobre todo por los tacones y la faldita corta!
Sin dudas, estas mujeres no tienen complejos, son simplemente supervivientes que van más allá de lo posible. Son amas de casa, doctoras, enfermeras, abogadas, profesionales, madres, abuelas y servidoras de la comunidad al mismo tiempo. Viéndolas, pienso que no hay grupo de hombres que logre hacer todo eso a la vez...











Y lo mejor, parecen no esperar nada a cambio. Como la señora Jacqueline Crawford, Ms. Missouri, una mujer menuda de 68 años, que antes de hacer su presentación de talento dice: “Mis nietos dicen que soy una superviviente, y les explico porqué. He sufrido un ACV, un ataque al corazón y he superado un cáncer de mama... y aquí para ustedes voy a bailar una pieza de tap”. Desde luego, estas mujeres demuestran tener un temple de acero más allá de la edad. Así cualquiera las jubila...

NOTA: reportaje publicado en la revista DOMinical del Periódico de Catalunya en España y en la revista EME del diario El Nacional de Venezuela.

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