viernes, 3 de diciembre de 2010

LOVING LAS VEGAS



Las Vegas es modernidad, nostalgia y también cierta decrepitud. Todo parece posible en Sin City, “la ciudad del pecado”, un oasis para adultos en medio del desierto americano.


No hay frase más conocida que la famosa “Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas”. Es, sin duda alguna, multiuso. Funciona para todo y, más que nada, para todos: acomplejados, arriesgados, vencedores, famosos y gente con o sin suerte. Estar en la ciudad es como tener una especie de tarjeta inmoral para hacer lo que te dé la gana. Desde el punto de vista psicológico, Las Vegas se convierte en salvoconducto para quienes tienen la tentación de pecar o de traspasar los valores “morales” de la sociedad.



Es el destino habitual para portarse mal y obtener el perdón inmediato. Se suele pensar, erróneamente, que allí no existe la culpa y se vive todo en alta intensidad. Es muy común la siguiente historia: te gusta la esposa de tu jefe. Y tú a ella. ¿El plan ideal? Irse a Las Vegas. Bastan cuatro días para liberar el deseo y vivir el desenfreno a tope. Todo vale. Eso si, al regresar, se acabó. Se quedó en Las Vegas. Genialmente perfecto.

A grito pelado

Chicos y chicas, universitarios generalmente borrachos, gritan desaforados por allí donde pasen, llegan de todas las ciudades norteamericanas en busca de “aquello que no se les ha perdido”. Jubilados en carritos eléctricos que, cual juego de Nintendo, se llevan por delante a la gente en las aceras. Cantidades industriales de imitadores de Elvis Presley haciéndose fotos por un dólar. Y más allá, las parejas que buscan casarse de manera divertida, o simplemente rápida, a buen precio, y obteniendo la legalidad que haga falta. Sin dudas, todo es posible.



Las Vegas es parada obligatoria para quienes quieren divertirse y tener experiencias únicas. Ideal para solteros, parejas y almas descarriadas. “Siempre hay un sitio nuevo que descubrir. Me encanta esa especie de lema de la ciudad que invita a ser libre, a disfrutar el momento... asegura Paula Allen, showgirl del espectáculo Jubilee en el hotel Ballys. “Tienes que tener cuidado cuando dices que eres bailarina en Las Vegas, porque la gente puede equivocarse. Soy una chica muy normal, con una vida sencilla. De hecho, cuando me quito las plumas, las pestañas y el maquillaje soy irreconocible”.









¿Me da una boda, por favor?

¿Quién ha visto una novia vestida de blanco y embarazada de 7 meses, entrando en una capilla de cualquier lugar de España? ¿O a una pareja que bien pueden sumar 160 años entre los dos y que los case un torero? Pero la boda más popular es aquélla en la que Elvis te canta “Love me tender”. Su discurso parroquial está lleno de frases de sus canciones más famosas. Al preguntar si aceptas a tu esposa, añade: “Sin mente suspicaz”; cuando le pregunta a ella, acota: “Y no dejarlo como un perro abandonado”. Al finalizar, y si tu bolsillo aún suena y pesa, Elvis sin dudarlo cantará más para ti.





Según cifras del estado de Nevada, más de 120.000 parejas se casan al año en la ciudad. Decir “si quiero” en Las Vegas es demasiado fácil. Aunque no sólo es fácil casarse... también lo es divorciarse. Tanto como perder todo tu dinero en las maquinitas de cualquier casino. ¿Que tienes prisa y no estás para perder el tiempo con cuestiones románticas? Tranquilo, en Sin City las fast weddings también están incluidas en el menú gracias a una ventanilla abierta toda la noche en la que es posible casarse y continuar el viaje. Se llama el Túnel del Amor y es la que eligió, por ejemplo, la actriz Joan Collins. Ah, y quienes ya estén casados y no quieran perderse una boda made in Nevada, se ha puesto de moda desde hace pocos años la renovación de votos, que reafirma el amor que se tienen las parejas de todo el mundo. Y es que en esta ciudad todo es cuestión de tiempo y dinero. ¡Y el matrimonio no se queda atrás! En Las Vegas lo pides como si se tratara de una hamburguesa más. ¿Tú que pedirías?









No hay lotería en Las Vegas

No cabe duda de que esta ciudad da mucho juego... en todos los sentidos. Sin embargo, como cualquier parque de atracciones, podrás conocerlo como la palma de la mano en sólo cuatro días. Porque la gracia de Las Vegas, lo que cualquier visitante quiere experimentar y llevarse como perfecto souvenir (juego, sexo, alcohol, compras...), reside en The Strip, como es conocido Las Vegas Boulevard, una vía kilométrica que recorre la ciudad de Norte a Sur, y donde se concentran la mayoría de los hoteles y casinos más famosos.



Puedes recorrerlo en un día si tienes la fuerza física. Es un desfile interminable de americanos y turistas europeos apabullados por la arquitectura mastodóntica de sus edificios: el Luxor, el Caesar’s Palace, el Bellagio, el Paris, el New York, New York, el Planet Hollywood. Junto a los inmensos edificios clásicos (sus dueños hacen todo a lo grande, generalmente sin la más mínima concesión al buen gusto) se levantan los más nuevos, arquitecturas llevadas al máximo, edificaciones que parecen colgar en el espacio. Hasta el mismísimo Frank Gehry tienen su aporte de láminas de platino al paisaje de derroche arquitectónico.



Parece mentira que a pocos kilómetros de esa jungla de asfalto y cristal haya otra visión de Las Vegas: la de los museos, los planes con niños, la que mira a la naturaleza, la que está cerca del Gran Cañón o del Valle del Fuego, con sus formaciones rocosas impregnadas de un color rojo que no puede dejar indiferente a quienes las contemplan. Y es que en este rincón del planeta, a la vuelta de cualquier camino o de cualquier esquina, algo te sorprende. Incluso la suerte... Poker, Black Jack, ruleta, tragaperras. ¡Cualquier método es recomendable para sentirte, aunque sea por un rato, una persona afortunada! Cualquiera menos la lotería. Porque en la ciudad del juego y el pecado, no hay lotería en ninguna tienda . Aunque vendan de todo. “¿Y para qué quieres lotería?”, nos dice la dependienta de un establecimiento donde encuentras cualquier cosa. “La suerte aquí está en cada rincón, con una moneda de 25 centavos puedes ganar 1 millón de dólares”. ¿Quieres probar hasta el último minuto tu fortuna? Ahí va un último shot de adrenalina: en el aeropuerto hay mesas de Black Jack y maquinitas para hacer más entretenida la espera...





That’s Las Vegas! Entretenimiento en estado puro, ofrecido en forma de casino, gran hotel, espectáculo musical o club de strippers. Una isla artificial en medio del desierto, hecha a base de cemento y cristal, con arquitectura de vanguardia y el kistch más rabioso. Un lugar donde es posible ganar mucho dinero y perderlo al mismo tiempo; conseguir chicas, tener sexo fácil, casarte en 10 minutos y hacerlo como se te antoje.





Muchas luces, derroche, emoción y depresión... Y saber que puedes ser millonario en experiencias en tan sólo un segundo hace de Las Vegas una ciudad imperfecta pero genial a la vez.



Nota: Este reportaje se publicó en la revista Dominical del periódico de Catalunya en España hace dos meses.

2 comentarios:

Rosa A. dijo...

Las Vegas, city of winners, losers, dreamers & believers... Bonitas fotos, bonito texto...

Mario dijo...

Sin dudas las vegas es una ciudad en que todo se puede hacer. Fui en algunas oportunidades y la verdad la pase de maravillas. Si bien me he alojado en los hoteles baratos en las vegas, eso no me impidió para poder ir a los excelentes casinos que hay y poder disfrutar de todos los espectáculos