Como ya estaba con Bruno en Barcelona, no hubo necesidad de ver la sonrisita pícara que me vuelve loco. Regreso a Madrid en la fila 25 b, de un avión MD83, al lado de la turbina que fue insoportable, pero a Bruno lo dejo KO y se durmió enseguida. Y en Barcelona, solo fue trabajo, ni tiempo de tomarme un cafecito en el Gótico o en el Born. A Bruno le está saliendo una muela, y pobrecito, está con unos lagrimones en los que ahogo mi pena. Pero me mantengo firme. El mundo sigue igual, con la misma cantidad de locos imbéciles e inadaptados que matan, insultan y desafían para conseguir propósitos estériles y ridículos. El mundo no va a cambiar nada, palabra de optimista. Haré lo posible por proteger y cuidar el mundo alrededor de Bruno, hasta donde pueda. Pero que jodida empresa habremos de forjarnos en medio de tanta estupidez.
viernes, 9 de noviembre de 2007
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